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Musa de Medianoche
18 de September de 2024 | Horror y Misterio

Musa de Medianoche

Musa de Medianoche

Confundido por el silencio absoluto, Jenkins miró de un lado al otro. ¿Qué fue lo que acaba de sonar?, se preguntó, seguro de que estaba solo en la casa.

El frío de la noche se había apoderado del lugar. Una tranquilidad envolvía el ambiente cuando el agudo sonido regresó. Una voz casi… no, no podía ser una voz. A menos que el idioma que usara para comunicarse fuera… Ridículo, se dijo. Tal vez fue un animal.

El sonido volvió, rompiendo el silencio. Esta vez, Jenkins estaba seguro de que provenía del interior de la casa. Aquella voz aguda, en un idioma desconocido, había entrado claramente por la puerta entreabierta del cuarto. ¿El siguiente paso era explorar la casa?

Se rehusó a levantarse de la cama. La idea de que su cuerpo gastara la poca energía que le quedaba le parecía inconcebible. Pero su instinto se impuso. Una inyección de adrenalina lo obligó a tomar su bata y salir.

Rodeado por la oscuridad, volvió a sentir el silencio. El sonido había desaparecido, llevándose con él cualquier pista. Jenkins se encontró una vez más considerando que todo era producto de su imaginación.

Era absurdo pensar lo peor. Si un intruso hubiera entrado, habría forcejeado con las cerraduras, y la invasión habría sido estruendosa. Incluso, habría tenido el tiempo para tomar un arma antes de salir. Un arma… Jenkins se percató de que bajaba las escaleras de madera de la vieja casa con las manos vacías. Solo.

La soledad era algo que había aprendido a disfrutar. Se obligó a aceptar que ese era su destino: pasar los días alejado de la sociedad, lejos de sus leyes, lejos de la seguridad. Estaba acostumbrado a recorrer su dominio, a portar armas para sentir que tenía la ventaja. Incluso estando solo, sabía que podría enfrentarse a un ataque. Pero, claro, no estaba preparado para…

El sonido volvió. Esta vez, venía de la cocina. ¿Cómo era eso posible? ¿Por qué después de tantos años?

Jenkins recordó su infancia. Recordó cómo nadie le había creído cuando ocurrió por primera vez. ¿Acaso…? Borró la idea de su mente y se dispuso a entrar.

Más allá de la puerta entreabierta se veía un destello de luz. Una señal de que el intruso ya estaba dentro de la casa. Desarmado y a un paso de encontrar lo que buscaba, la curiosidad se apoderó de él. Sus pasos lo llevaron hacia un destino incierto.

Tomó la puerta de la cocina con una mano y comenzó a empujarla. En ese instante, una imagen regresó a su mente. El recuerdo que creía haber olvidado. Allí estaba, otra vez, la figura más hermosa que había visto. El mismo rostro, solo que el tiempo parecía haber incrementado su belleza.

La última vez que Jenkins había visto aquel destello capaz de iluminar una habitación… había pasado tanto tiempo. Eran apenas unos niños. Sin embargo, allí estaba. Una mujer hecha de luz. Debía ser mentira. Tenía que ser un sueño.

El recuerdo, ahora vívido, volvió a inundar la mente de Jenkins. Allí estaba, la niña de piel iluminada. La misma sonrisa que, años atrás, lo había sacado del dolor. ¿Qué hacía sentada en medio de la cocina? ¿Qué hacía desnuda?

Jenkins no pudo moverse. Quedó hipnotizado por su belleza. Allí estaba, la razón por la que nunca quiso irse. La razón por la que se quedó esperando en el mismo lugar. Los veinte años que habían pasado parecían un parpadeo en el tiempo, ahora que la tenía a unos pasos.

El ser, con el aspecto de una mujer adulta, sonreía mientras disfrutaba de ser observada. Mientras la mente de Jenkins se perdía, sus ojos analizaban cada rincón.

Esas piernas, curvas y llenas de vida. Su delgado brazo, que le servía de apoyo. Esa sonrisa, y cómo bajó la mirada una vez que sus ojos se encontraron.

Jenkins no sabía qué debía hacer. Solo podía enfocarse en la belleza, en contemplar el cuadro más hermoso que había visto.

Todo tuvo sentido.

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Sebastián Iturralde

Sebastián Iturralde

Un simple ciudadano de este hermoso planeta, eterno enamorado de la creación artística y de las letras, con la firme convicción de que la energía creativa surge de la naturaleza.
Mensaje del Autor
Cuando dejas que el camino te guíe, a menudo tienes la fortuna de sorprenderte de las maneras más gratificantes.