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En pedazos
08 de September de 2020 | Escritura Experimental

En pedazos

En pedazos

Dónde estoy, se preguntó Steven al recuperar el conocimiento. Pero no recordaba el lugar en el que se encontraba. Estudio de un lado al otro el interior de la habitación, la oscuridad volvía casi imposible distinguir los objetos a la distancia. Así que se levantó, esforzándose para mover su cuerpo, algo era diferente.

Steven logró dar un par de pasos antes de encontrarse sin aliento, se esforzó para dar uno más y un frío dolor lo obligó a sostener su brazo derecho frente al pecho. Su sentido del tacto parecía diferente. ¿Qué me está pasando? pensó al sentir que su cabeza daba vueltas. La fuerza en su brazo izquierdo también se terminó, obligándolo a dejarlos caer.

Por alguna razón, todo parecía estar adormecido, incluso sus pensamientos. El abrió su boca al sentir los labios secos y escuchó el tronar de una articulación en la mandíbula. Tengo que salir de aquí, pensó esforzándose para dar un paso más. Steven luchaba contra una fuerza que lo obligaba a mantenerse en el mismo lugar, sentía como si fuese sontenido por una fuerza—haciendo que caminar sea una tarea casi imposible.

Eventualmente, Steven llegó a un mueble al costado de la habitación. Al colocar sus manos sobre el aparador notó que la superficie era suave. ¿Cómo es posible? pensó, intentando tomar algún objeto. Le fue imposible, sus torpes manos tiraron todos los instrumentos que se encontraban sobre la tabla de madera. Steven bajó la mirada, pero la oscuridad no le permitía ver con claridad el piso.

Debe haber una puerta, pensó, volviendo a caminar. Sus pasos lentos, perdiendo el equilibrio con cada uno de ellos—caminando sin ser capaz de ver a dónde se dirigía. Vamos, un poco más.

En realidad, Steven no sabía que tanto debía caminar, o cuánto tiempo le tomaría encontrar una puerta. El efecto de los analgésicos lo mantenían lento de cuerpo y mente. Luego de un par de pasos, la poca fuerza que le quedaba se extinguió—Steven perdió el equilibrio y cayó.

El transcurso que tomó su cuerpo para llegar al piso pareció eterno. Y a su vez, el impacto contra el piso creó un vacío que se apoderó de su mente.

“¿Qué estás haciendo?” dijo Tyler al entrar. “¿Y ahora como te voy a subir a la cama? Se supone que deberías estar descansando.”

Tyler tomó a Steven del hombro derecho. “Vas a tener que ayudar un poco,” dijo, intentando levantar a su paciente.

Steven volvió a recuperar el conocimiento, empujándose con el brazo izquierdo para levantarse.

“¿Dónde estoy?” preguntó Steven con dificultad, sus palabras lentas por sus limitaciones para mover la boca.

“¡Puedes hablar!” dijo Tyler con sorpresa, ayudando a Steven a ponerse de pie. “No gastes más energía. Estás en mi laboratorio, el experimento fue un éxito.”

Steven terminó de reincorporarse. “¿Dónde estoy?” volvió a preguntar.

Tyler lo miró con decepción. “Parece que tus oídos todavía no están funcionando. VEN POR ACÁ.”

Steven se sorprendió por el sonido. Llegó leve, diferente a lo que recordaba. Pero se dejó llevar por el hombre que lo guiaba en la oscuridad.

Tyler logró colocar a Steven junto a la camilla en la que realizó su experimento, luego lo empujó para que se vuelva a sentar. “DESCANSA.”

Steven empezó a ver con más claridad, la luz del cuarto ya no era cegadora. Poco a poco fue notando los aparatos e instrumentos quirúrgicos, mientras Tyler se esforzaba para obligarlo a acostarse.

“Ahora ya tienes fuerzas,” dijo Tyler. “Será mejor que te…”

“¿Qué fue lo que hizo?” dijo Steven, tomando al científico de bata blanca por el cuello. Y notó por primera vez que su brazo no era como recordaba. Luego giró para ver que su brazo izquierdo era extremadamente diferente al derecho. Sus piernas tampoco eran las que recordaba, y notó que su cuerpo estaba lleno de cortes y puntadas.

Tyler trataba inútilmente de liberarse para respirar.

“Le hice una pregunta,” dijo Steven, levantando al científico con facilidad. Luego lo arrojó contra una pared. “¿Qué fue lo que pasó?”

Pero Tyler salió corriendo del laboratorio.

Steven se volvió a levantar, su miraba le ayudó a encontrar un espejo en la pared. Así que se apresuró para observar su reflejo. “NO…” su grito se escuchó en todo el castillo, pero Steven no podía reconocer ninguna parte de su cuerpo.

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Sebastián Iturralde

Sebastián Iturralde

Un simple ciudadano de este hermoso planeta, eterno enamorado de la creación artística y de las letras, con la firme convicción de que la energía creativa surge de la naturaleza.
Mensaje del Autor
El relato de un hombre que desertó sin una idea de lo que le había sucedido, con curiosidad para descubrir los secretos.