Luego de interminables horas de preparación, mi mente cayó en la trama. Escribir se ha convertido en una parte fundamental de mi vida—de alguna forma, desperté a un monstruo que se alimenta de mi creatividad. He tratado inútilmente pasar días enteros sin crear, lo único que logré fue ser perseguido por tormentos inesperados. Incluso dormir se ha vuelto imposible, cerrar los ojos le da fuerza a esta criatura que vive en mi interior.
Así fue como decidí empezar el largo viaje que uno debe tomar para crear una novela—esta fue la única forma que encontré para silenciar a la criatura. Sin embargo, me es difícil mantener la concentración en una sola trama, pero el hambriento ser no me concede el descanso que necesito entre capítulos. Así que tuve que buscar una alternativa.
En un océano de géneros literarios encontré la solución—el relato corto era el alimento que tanta falta le hacía a la criatura en mi interior. Decidí leer las obras de Edgar Allan Poe, sus relatos llegaron a una parte que desconocía en mi interior. Empiezo a pensar que desperté al mismo ser que vivía en Poe—esa fuerza que te obliga a crear, la criatura que se alimenta de tus obras.
Después de tanto tiempo, sigo aquí con mi enfermedad—esclavo de la creación literaria, obligado a trabajar hasta estar exhausto. Me dan fuerzas saber que estás leyendo, tener la certeza de que mi trabajo no solo alimenta al monstruo, saber que también puedes aprovechar mi esfuerzo.
Espero que estas palabras sean suficientes para que entiendas mi dilema. Me gustaría haber sabido esto antes de despertar a la criatura—detenerlo antes de que se apodere de mi tiempo. Es muy tarde para mí, no tengo otra opción que seguir creando. Tendré que perder contacto con el mundo, alejarme de todos aquellos que solían ser importantes. Vivir la existencia de un esclavo; pagar mi condena con palabras.
Últimos Relatos Cortos
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El escritor siente íntimamente que escribir significa para él la mejor cosa que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir.
—Mario Vargas Llosa