Relato Corto Blog de Ficción

La bestia en la esquina

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Solo… sin una salida… mirando a través de un agujero en la pared. Simón no podía creer lo que sucedía—fuera del cuarto en el que encontraba una criatura devoraba un cadáver.

¿Dónde estoy? se preguntó al notar que no recordaba lo que había sucedido.

Un fuerte dolor regresó como punzada en el cuello. Simón levantó la mano para alcanzar la fuente del malestar, y encontró un artefacto metálico incrustado en la base del cráneo. Inútilmente intentó removerlo, lo único que logró fue incrementar el dolor.

Mirando de un costado al otro. Tengo que salir de aquí, se dijo a sí mismo—se acercó a la puerta y tomó la perilla. Para su sorpresa estaba abierta. Imposible, pensó al recordar forcejear con ella.

Luego de abrir la puerta, lentamente, vio que el pasillo estaba vacío. Esta será mi oportunidad de escapar, pensó antes de escuchar las voces.

«…están reaccionando muy bien al tratamiento,» dijo una mujer antes de que Simón cierre la puerta.

El grupo de hombres de batas blancas caminaban por el pasillo.

«Todos menos el paciente RUSH.»

«Es un caso extraordinario,» dijo la doctora caminando al frente del resto. «Tendremos que realizar más pruebas para estar seguros.»

«Estoy de acuerdo, Alexa,» dijo uno de sus colegas. «No podemos tener altas expectativas de lo que está sucediendo.»

«Después de todo nuestro trabajo…»

«Sería bueno tener resultados diferentes,» dijo Alexa antes de detenerse frente a la puerta del cuarto en el que se encontraba Simón. «¿Por qué está sin seguro?»

Simón regresó a la camilla en la que se despertó hace pocos minutos—fingiendo seguir inconsciente.

«Dando gracias a Dios,» dijo Alexa una vez que vio la camilla. «Tomen muestras de sus fluidos…voy a realizar una llamada.»

Los doctores se dispersaron por el cuarto, colocando sus instrumentos en pequeñas mesas que se desplegaron de sus portafolios.

«Deberíamos empezar con una muestra de fluidos óseo,» dijo uno de los doctores al tomar su jeringuilla con una aguja demasiado grande. «Volteen al paciente.»

Simón sintió las manos de los doctores y no pudo más. Su miedo fue tan grande que la única alternativa lógica era huir, correr sin hacer preguntas hasta escapar. Aprovechar el elemento sorpresa.

Así fue como, sin entender lo que sucedía, Simón tomó el brazo de un doctor y con facilidad arrojó al hombre contra una de las paredes del cuarto. Otro de los doctores corrió en dirección de su portafolio, probablemente para tomar una medicina, Simón levantó la camilla en la que se encontraba y la arrojó contra el médico. «Espera…» dijo el tercer doctor antes de que Simón lo embista. El último de los hombres llegó a la puerta y la encontró cerrada. «Tranquilo,» dijo. Pero Simón no tenía tiempo para escuchar explicaciones—así que se estrelló contra el hombre y derribó la puerta.

Alexa giró para ver al paciente impulsarse contra la pared y caer de pie en medio del pasillo.

¡Qué bien se siente! pensó Simón.

«Detente,» dijo Alexa, pero Simón empezó a correr—dejando atrás a la mujer. «Maldita sea.»

Alexa vio al paciente RUSH tomar una derecha al final del pasillo antes de que su llamada sea contestada.

«Dra Stone, ¿cómo la puedo ayudar?»

«El paciente RUSH acaba de escapar,» dijo Alexa. «Necesito que lo dirijas a la sala principal.»

«Enseguida.»

Simón continuaba corriendo por el pasillo cuando vio que su camino fue bloqueado por una puerta de metal que cayó del techo.

¿Cómo es posible? se preguntó al escuchar que otras de estas puertas de metal cayeron. Al parecer no quieren que escape.

Con su respiración agitada cambió su rumbo, siguiendo el único camino que no estaba bloqueado.

«Listo, Dra. Stone,» dijo el hombre encargado de la seguridad del edificio. «En poco tiempo llegará a la sala principal.»

«Perfecto…» dijo Alexa cerrando la llamada, «esta será una excelente oportunidad para probar la capacidad del paciente BOULDER.»

Alexa realizó otra llamada.

«Dra. Stone,» dijo una joven mujer. «¿Cómo la puedo ayudar?»

«Necesito que dejes libre al paciente BOULDER,» dijo Alexa. «También guialo a la sala principal.»

«Enseguida…»

Simón continuó caminando con cautela por el pasillo que no estaba bloqueado por las puertas de metal. Hasta que llegó a la inmensa sala de recepción de una mansión. Sin embargo, le era difícil recordar el lugar. ¿Qué es eso? pensó y giró para buscar una salida, pero a sus espaldas otra puerta de metal bloqueó la puerta por la que entró.

Cuidado, se dijo a sí mismo, estas personas me hicieron algo…es posible que pueda recrear lo que sucedió. Al impulsarse con sus piernas, saltó con tanta fuerza, que alcanzó el barandal que rodea el segundo piso de la sala.

Increíble, pensó y vio que por una de las puertas de metal en el segundo piso de la sala se abrió. Esa será mi salida. Simón corrió por el pasillo, más rápido de lo que imaginaba, pero con facilidad. Después, notó que una grotesca criatura salió.

¿Qué es esa cosa? se preguntó antes de esconderse tras una de las columnas que decoran el pasillo.

«Será mejor que te rindas,» dijo Alexa a través de los parlantes de la sala. «Te dejaré en libertad cuando terminemos de hacer pruebas.

«Eres muy importante para nosotros.»

Simón miró de un lado al otro para encontrar la fuente de la voz… nada. Bueno, pensó, por lo menos ahora sé que no me dejarán salir sin una pelea. Vamos a ver de lo que soy capaz.

Con todas sus fuerzas se impulsó del barandal, calculando su caída sobre un sofá en la plata baja. La criatura reaccionó al verlo y lo siguió.

Simón notó lo fuerte que fue la caída de la criatura y sonrió. Tengo una ventaja. Luego de esperar que el primer ataque llegue, mirando a la criatura estrellar sus grandes brazos contra el sofá—destruyendolo con el impacto—saltando para evadir el golpe, Simón cayó sobre la criatura para sentir la gruesa piel con su mano.

Impenetrable, pensó y saltó hacia atrás girando en el aire, cayendo ágilmente sobre una pequeña mesa. Necesito un arma.

La criatura giró, frustrada y endurecida. Luego, empezó a correr para embestir a su objetivo.

Tanta ira, pensó Simón al ver pasar a la criatura bajo sus pies. Luego sonrió, al ver una chimenea a un costado del cuartel. Te tengo.

La criatura intentó, inútilmente, alcanzar a su objetivo cuando lo sintió caer sobre su espalda. Girando rápidamente. Su velocidad la hizo estrellarse con fuerza contra uno de los pilares.

Simón alcanzó la chimenea y tomó una de las barras de hierro con las que se trabajan las brasas. Vamos a ver qué tan fuerte eres, pensó. Antes de sentir un dolor agudo en su hombro. Dejando caer la barra intentó alcanzar el dardo antes de caer inconsciente.

«Regresen a los sujetos de prueba a sus recámaras,» dijo Alexa por la radio. «Espero que esto no vuelva a suceder.»

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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Acerca del autor

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