Relato Corto Blog de Ficción

El Nuevo Retoño

E

Wesley Noboa, un joven ambicioso con hambre de poder—heredero de la fortuna de su difunta familia—opta por realizar una travesía en búsqueda del mejor maestro de artes marciales de su era. Su viaje lo lleva a través de los más peligrosos rincones del plantel, lugares en los que se encuentra con formidables rivales.

«Alex,» dijo Wesley una vez que su llamada por el teléfono satelital finalmente fue contestada. «Acabo de llegar al lugar, ves… pero no me vas a creer con lo que me encontré. Osea… ¿quien construye un templo en la cima de la montaña?

«Alex… voy a necesitar que envíes un helicóptero.»

«Enseguida, amo Wesley,» respondió Alex y empezó el procedimiento que requiere coordinar a un helicóptero en medio de los Andes.

Al poco tiempo, Wesley estaba ansioso al ver a otros visitantes empezar la caminata colina arriba. Mirando en su reloj inteligente el pronóstico del tiempo para esa tarde.

Si me quedo aquí, pensó Wesley, voy a necesitar un paraguas.

A su costado pasó un hombre usando tan solo una manta para cubrir su cuerpo. A diferencia de la elegancia del magnate, el hombre caminaba en zapatillas de madera. ¡Qué asco! pensó Wesley al verlo pasar. ¿Cómo puedes sobrevivir en este clima sin una SouthArm.

SouthArm era la única marca de ropa que Wesley podía usar sin que su piel se enronche.

¿Qué pasaría con Alex? se preguntó Wesley, al ver la pantalla de su teléfono táctil. Acaso piensa que voy a subir todo eso.

Después de unos minutos de impaciencia, finalmente llegó el helicóptero que Alex pudo contratar en tan poco tiempo. Sin embargo, Wesley se veía desilusionado por tener que subir en un helicóptero comercial. Estoy cansado, siempre me hace lo mismo.

De todas formas, Wesley subió al helicóptero, intentando no ensuciar su atuendo de marca. Al llegar al templo bajo sin despedirse, antes de que el helicóptero pueda aterrizar.

Wesley caminó sin regresar a ver, esperando que nadie lo haya visto bajar de ese helicóptero. Después de todo, tenía una reputación que cuidar.

En el interior del templo vio al maestro sentado en un trono, iluminado por el único rayo de luz que entrabq por un orificio en el techo. Alrededor del maestro se encontraban decenas de personas demostrando aprecio al meditar a su alrededor. Wesley caminó a través de todos y exigió hablar con el maestro.

«¿Es usted el maestro de este templo?»

«En realidad el templo no necesita un maestro.»

«Sí, pero usted me puede enseñar artes marciales.»

«El aprendizaje es un proceso personal.»

«Estoy dispuesto a trabajar completamente gratis si usted se encarga de mi entrenamiento.»

«Me hace falta una docena del mortiño que crece en la cima de esa montaña. Pero hijo… intenta no ahuyentar a la fauna con tus artefactos mecánicos.»

«A sus órdenes,» dijo Wesley, colocando las palmas de sus manos junto a la otra en frente de su pecho e inclinando su torso en dirección del maestro.

Todos los presentes en el templo miraron al maestro con curiosidad y regresaron a su meditación al verlo cerrar los ojos.

Horas de esfuerzo, luego de inútilmente llegar a caminos sin salida, cerca de rendirse del cansancio. Wesley se encontró con una planta peculiar, los últimos rayos de luz iluminaban sus frutos rojos. Esa debe ser. Así que tomó una docena de frutas y empezó el camino de regreso al templo.

Cansado y mojado por la lluvia que predijo su teléfono móvil entró al templo para encontrarlo vacío. Caminó por unos minutos hasta que encontró al maestro sentado bajo un techo, disfrutando la lluvia sobre el paisaje.

Al ver al hombre de barbas blancas y frente amplia Wesley sintió alivio. «Maestro,» dijo al acercarse, «encontré las frutas que me pidió.»

«Gracias,» dijo el maestro extendiendo su brazo. Luego de tomar las frutas notó que eran venenosas y las arrojó a la quebrada.

«¿Qué le gustaría que haga ahora?»

«Es uno el que debe saber lo que tiene que hacer.»

«Quiero convertirme en una maestro de las artes marciales.»

«En el camino a satisfacer tus deseos encontrarás obstáculos que te destruyan.»

«Estoy dispuesto a enfrentarlos.»

El maestro miró de arriba hacia abajo al joven aprendiz. Obstinado, pensó el maestro. «Si uno no puede ver más allá de sus limitaciones está destinado a vivir un ciclo interminable.»

«Creo estar listo para sobrepasar mis límites.»

«No tengo nada para enseñar,» dijo el maestro al levantarse y caminar al interior de la casa.

Wesley lo siguió de cerca para evitar quedarse afuera en el frío de la noche Andina. «Maestro, déjeme servirlo y aprenderé de su compañía.»

«Si tan fuertes son tus deseos tendrás de desarrollar un nuevo arte marcial.»

«Lo que sea,» dijo Wesley, observando al maestro caminar justo a sus armas.

Una por una el maestro estudió las armas exhibidas en su pared. Descargando cada una de ellas luego de un corto periodo. «El arma perfecta será una que cumpla tu trabajo en este templo,» dijo al girar. «Deseas servir a cambio de poder… tendrás que hacer de tu trabajo un arte.» Con eso el maestro colocó su mano sobre un cilindro de gas. «Esta será tu arma. Necesito que bajes al pueblo con ella y compres uno lleno antes de regresar.»

Así empezó la historia del héroe que ha venido a salvarnos de todos los males.

About the author

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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