Relato Corto Blog de Ficción

Conocimiento Prestado

C

El constante sonido metálico que hace las ruedas del vagón al pasar sobre las rieles lo mantenían despierto, el estruendo era imposible de ignorar. El tiempo parecía correr levemente más despacio, como si el tren estuviera viajando entre dimensiones.

Aunque a Nathan Astaros no le parecía importar, mientras estudiaba los símbolos de un pergamino. Fue entonces cuando la vivida imagen del fuego arrasando la biblioteca de Alejandría pasó por su mente.

Tanto que jamás podremos recuperar, pensó Nathan, guardando cuidadosamente el pergamino cubierto por un plástico transparente en una carpeta. Todos los secretos de una civilización perdidos para siempre. ¿Será que lo mismo nos va a suceder a nosotros?

En su último viaje a Egipto notó lo misterioso que es el interior de las pirámides. Hay tanto que optamos por ignorar.

De repente, un cambio en el constante sonido metálico de las rieles llamó su atención. Nathan miró por la ventana pero no encontró nada fuera de lugar, su psicosis por el valor que tienen sus pergaminos se despertó. Será mejor que me salga de aquí.

Nathan guardó la carpeta en su portafolio y se dirigió al siguiente vagón. Sin embargo, frente a sus ojos y a pocos pasos de distancia una nube de humo negro se empezó a formar. Nathan dio un paso hacia atrás sin saber lo que estaba sucediendo. Del portal aparecieron dos criaturas delgadas con las cabezas demasiado grandes y bocas llenas de colmillos.

No había tiempo para esperar a ver lo que sucedería. De alguna forma, Nathan sabía exactamente lo que tenía que hacer, sacando uno de los pergaminos y empezando a leerlo en voz alta.

Las criaturas se demoraron un poco en recuperar el balance luego de su aparición, tiempo suficiente para que Nathan termine el conjuro. Uno de los demonios se preparó para atacar.

Nathan se sorprendió al ver una luz desplegarse desde su interior empujando a todos los que se encontraba a su alrededor, cegando a las criaturas por un instante. Cuando Nathan logró ver lo que estaba sucediendo notó que su atuendo había cambiado, ahora vestía una armadura plateada, los pergaminos se transformaron en un tomo que colgaba de su cintura por una cadena, y es su mano sostenía una espada.

Las criaturas lo miraron y en sus rostros se podía apreciar el temor. Inmediatamente, empezaron a correr, huir.

Nathan se quedó inmóvil, intentando entender lo que estaba sucediendo. Cuando un nuevo portal de humo negro se abrió al otro extremo del vagón. Las personas empezaron a correr al ver a la nueva criatura aparecer, era muy diferente a las anteriores, su cuerpo grande y fornido, con cuernos sobre su cabeza.

Los mensajes llegaron claros luego de leer el pergamino, aunque esta era la primera vez que Nathan experimentaba la ciencia de una civilización perdida. Tomó la espada con sus dos manos y giró para enfrentar a la criatura.

«No hagamos esto más difícil de lo que tiene que ser,» dijo el demonio para sorpresa de Nathan. «Entrégame el libro y nadie saldrá herido.»

El demonio se veía demasiado calmado para la situación. Nathan no se dejó manipular. «Sobre mi cadáver.»

«Será un placer.»

Nathan se sentía seguro… diferente a su estado normal. Incluso sostener la empuñadura de su espada en la mano era algo a lo que parecía estar acostumbrado, aunque era la primera vez que sentía este poder.

La criatura se acercó despacio, su mirada fija en el hombre de armadura plateada.

«Ni un paso más,» dijo Nathan.

«¿Crees que esto es un juego?» preguntó la bestia al detenerse. «¿Acaso tienes miedo?»

Nathan no sabía lo que estaba haciendo, pero se llenó de valor y atacó, oscilando su espada contra la criatura.

El demonio tomó la espada con una mano. «No eres un rival digno.»

«¿Qué es lo que quieres de mí?» preguntó Nathan intentando recuperar su espada.

«¿Acaso debo repetirlo?» La criatura tiró de la espada y golpeó a Nathan con el hombro. Lanzando al hombre por el corredor del vagón.

Nathan notó que el golpe no le hizo daño y se levantó. Para su sorpresa la espada volvió a estar en su mano.

«No hagas que esto sea más difícil de lo que debe ser,» dijo la criatura, acercándose lentamente.

Nathan dejó su mente en blanco, concentrándose en lo que estaba sucediendo; dejándose llevar. Tomó la espada con dos manos y se lanzó al ataque.

El demonio se sorprendió y saltó hacia atrás para evadir el ataque. Pero Nathan continuó, acercándose a la criatura con su espada por delante. La criatura tuvo que dar un salto hacia un costado y logró evadir nuevamente. Nathan notó que su espada se iluminaba de una forma diferente, como si estuviera irradiando.

El rostro del demonio cambió rápidamente, su concentración al máximo para evitar ser alcanzado por la espada. «Aprendes rápido.»

Nathan se sintió seguro de sí mismo, notando que sus movimientos cada vez lo acercaban más a su objetivo. Pero en ese instante fue incapaz de ver a la criatura acercarse y tomarlo de la muñeca. Luego sintió la garra alrededor de su cuello.

«Nunca tuviste una oportunidad,» dijo el demonio, arrancando el tomó colgando del cinturón. Luego lanzó a Nathan contra un costado del vagón.

Nathan intentó levantarse, notando que su armadura había desaparecido.

«El conocimiento es nuestro dominio,» dijo el demonio sostenido al tomo sobre su mano. Luego, un fuego negro empezó a consumir sus páginas hasta destruirlo y dejarlo hecho cenizas.

Nathan miró a la criatura desaparecer.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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