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Noche silvestre

diciembre 4, 2002

Todo comenzó como un simple rumor hacia fin de año, durante las fiestas ya era casi una verdad, y en enero por fin se confirmó la noticia que más conmovió al barrio Don Orione desde los tiempos de la llegada de la reliquia del corazón de su patrono: el diablo tenía a uno de sus servidores viviendo bajo la apariencia de un vecino común del lugar, instalado para el viejo combate contra Dios.

Sobre el barrio pendía una inmerecida mala fama ganada años atrás gracias a cierto sector de la prensa, que se la agarraba con el barrio, y cuando informaba de un asalto en las cercanías decía que había sucedido ahí, que no había sido un simple asalto a mano armada sino uno de los crímenes del siglo, y que había culminado con una masacre que hubiera escandalizado al mismo Al Capone. Este era el más común de los ejemplos, pero en ocasiones los delirios de los periodistas los llevaban a publicar mentiras tales como que en Don Orione se libraba una guerra entre bandas que se disputaban el control del barrio, al estilo de la Guerra Fría, con banditas satélites que respondían a una u otra facción, y que los grupos mayores tenían armas con las que podrían hacer frente a un ejército.

Lo cierto es que esos criminales no representaban una amenaza mayor, ya que eran simples chorritos. No tenían armas de destrucción masiva en su poder ni laboratorios en donde preparaban la guerra bacteriológica, sino meros revólveres y pistolas. Pero en esta ocasión era distinto. Era cierto, y trascendía al crimen: era una de las tantas escaramuzas de la lucha entre el Bien y el Mal. El satanista se escondía bajo la apariencia de un tipo bueno, amable y tranquilo, peluquero de oficio, llamado Omar. Unos años antes comenzó con cierto escepticismo a buscar contacto con el diablo, por curiosidad, para luego sucumbir a cambio de trabajo y seguridad en su vida.

Vivía enfrente del más grande de los templos de Dios que se encuentran en el barrio, separado apenas por la avenida principal y un muro. Durante tanto tiempo ocultó tan bien su verdadera personalidad que cuando sus vecinos se enteraron pensaron que era una farsa. Fue descubierto una noche por unos pibes que pasaron por enfrente de su casa y sintieron ruidos extraños. Se quedaron espiando por una ventana y fueron testigos de la invocación, y cuando el amo de Omar se presentó huyeron asustados. Pero el temor no impidió que contaran lo que habían visto y la novedad se divulgó rápidamente, de manera que al mediodía siguiente todos en el barrio lo sabían.

De inmediato se organizaron asambleas de vecinos en cada manzana para preparar la defensa en caso de peligro, se ordenó a los vecinos más cercanos que vigilaran sus movimientos, se repartieron crucifijos y agua bendita para usarlos en una emergencia, se dio aviso a las autoridades, hubieron misas masivas en todas las iglesias y los evangelistas salieron a la calle.
Los vecinos del barrio no ahorraron esfuerzos a la hora de enfrentar al diablo y a su ayudante en la que sería la mayor muestra de solidaridad que se vio en el lugar en toda su historia, y dividiéndose en grupos se encargaron de hacer todos los pasos necesarios para defenderse de Omar, quien en esos momentos se encontraba fuera del barrio. Para dar el comienzo oficial a las actividades se impartió la bendición a la noble tarea en las misas de las cinco de la tarde, donde además se puso al barrio y a sus habitantes bajo la protección de Dios.
De todas maneras ese primer día fue espantoso, y la tensión que se respiraba en el ambiente, que no pudo ser atenuada, sumada al calor, avanzó hasta el punto de que un grupo de exaltados decidió acabar de un solo golpe con la amenaza. Ezequiel, su líder, trazó el siguiente plan: armarse con todo lo que su pudiera, ir a cazar a Omar, destruirlo en donde lo encontraran y a cualquier costo, colgar su cuerpo de un palo de luz en medio de la avenida principal y dejarlo ahí unos días a la vista de todos, como símbolo de triunfo y escarmiento para los satanistas.
Pero era un plan suicida porque no conocían el verdadero poder de Omar. Afortunadamente antes de que fueran a buscarlo los evangelistas, que desde unos años atrás tenían sus templos en el barrio, dieron inicio a su primera reunión al aire libre en el que era su viejo lugar de congregación: un triangulo que separa a las manzanas 45 y 49. Ahí se volvió a levantar un escenario y se distribuyeron sillas como en los viejos tiempos, y el pastor Ariel consiguió calmar a los exaltados.

-¡Hermanos!, no deben atacar ahora sin planear una estrategia más segura. Esperemos unos días y entonces actuaremos.

En esa primera reunión se oró por el éxito de la lucha, se expusieron varias ideas ante el publico para emplearlas contra Omar y se trazo una estrategia provisoria: continuar con la vigilancia constante y cuando el satanista estuviera por hacer algo amenazante la mayor cantidad posible de vecinos coordinaría sus fuerzas para neutralizarlo con un gran baño de agua bendita, a fin de debilitarlo sin llegar a matarlo. En caso de que Omar no pudiera ser controlado la vanguardia lanzaría bengalas para solicitar refuerzos. Mientras tanto, para no despertar sospechas, los clientes tendrían que seguir yendo a su peluquería, pese al riesgo. Para aflojar tensiones se cantaron himnos, y la reunión finalizó con las palabras de Leonardo, uno de los ayudantes del pastor.

-Gente del barrio, defensores de la fe de Cristo, hemos dado el primer paso en esta guerra santa. ¡Que Dios los bendiga!

A la noche siguiente, luego de un día tan tenso como el anterior, subió a hablar Néstor, líder de una asamblea, y propuso que todos colaboraran en la vigilancia, y no sólo los vecinos de Omar, formando grupos de voluntarios que vigilaran en turnos de seis horas comenzando desde la medianoche. También propuso que cada grupo elaborara informes sobre las acciones del satanista para que los grupos de relevo supieran lo que había pasado. Su propuesta fue aprobada y una vez asignados los primeros grupos de voluntarios desde esa medianoche comenzó a aplicarse el nuevo método.

Sin embargo no tuvo éxito en el factor sorpresa, porque esa misma noche, por orden de su amo, Omar se infiltró camuflado en la reunión y decidió actuar con mucho cuidado. Los grupos se apostaban rodeando su departamento escondidos tras los muros del Cottolengo, entre las ramas de los árboles cercanos y dentro del edificio de Omar. Pero el satanista era sigiloso, y los informes de cada grupo no decían nada importante.

En la tercer noche se analizaron los informes, se siguió orando, se hicieron nuevas propuestas y se cantó. Subió a hablar Matías, encargado del grupo de vigilancia del turno anterior, y propuso que alguien siguiera al satanista cuando saliera del barrio. Aunque parecía bastante también esa propuesta fue aprobada cuando uno del publico se ofreció para la tarea. Para concluir habló Marcos, el otro ayudante del pastor.

-Otra cosa que tienen que evitar es iniciar ustedes la agresión, sólo como último recurso.

Mientras tanto Omar recibió la visita de su amo, quien le dijo que fuera a la siguiente reunión. Esa noche siguió bajo vigilancia. Al día siguiente trabajó como siempre, y a la noche burló a sus centinelas y estuvo presente en la reunión, camuflado. Esta reunión transcurrió en un clima distendido en comparación con el de las noches anteriores. En un momento, después de algunas oraciones y los comentarios acerca de los informes, el pastor Ariel tomó su guitarra y con el acompañamiento de Marcos en flauta y de Leonardo en teclados comenzaron un himno.

Cuando comenzó la canción Omar sintió algo raro, aunque ninguno de los que estaban a su lado notó algo. Pero Marcos, desde el escenario, advirtió algo extraño y empezó a patear suavemente al pastor para avisarle. Este estaba muy concentrado en el himno y no le prestaba atención a las pataditas, hasta que Marcos se cansó, dejó la flauta y le asestó un golpe de revés en la boca para que reaccionara. Todos lo vieron y quedaron perplejos, y mientras Marcos daba explicaciones un rugido sacudió a todos los presentes.

-¡Arrgghhh!

-Ah, ¿por qué trata de intimidar? -dijo alguien del publico.

-No, ¿no ves que está mutando lentamente? -respondió Leonardo.

En ese momento Omar supo por qué su amo le ordenó estar en la reunión. Recibió un poder y empezó a atacar al publico, sin encontrar ningún tipo de resistencia. En los primeros minutos consiguió matar más o menos a veinte. Sin embargo los que se habían salvado pudieron reacomodarse y comenzaron la contraofensiva con las armas que tenían preparadas para ese momento, y con el agua bendita y los crucifijos obligaron a Omar a huir.

A duras penas llegó a su casa, de una sola corrida que lo cansó y débil por los efectos del agua bendita, y además seguido por una muchedumbre dispuesta a acabarlo sin medir las consecuencias. Omar reunió las fuerzas que le quedaban y los enfrentó, sabiendo que tenía que ganar para sobrevivir. En un primer momento logró diezmar a sus rivales, pero eran mucho para él, y además el agua bendita seguía debilitándolo, así que emprendió la fuga del grupo que lo asediaba, dirigido por Matías y Néstor. Pero un segundo grupo, encabezado por Ezequiel, llegó por el otro lado y le cerró el paso con un movimiento envolvente. Ya Omar se daba por muerto, pero entonces…

-¡Riiinnnggg!

Omar se despertó sobresaltado y cubierto de sudor frío, se sentó en la cama y dijo:

-¡Qué pesadilla! ¿Yo satanista? ¡Por favor!

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